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SEIS ASTRÓNOMOS CONVOCADOS POR BARBICANE

 

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En su ambicioso proyecto de lanzar un proyectil a la luna  Impey Barbicane debió someterse a una prueba con la que le desafiaba el capitán Nicholl.

El reto consistía en impactar un proyectil contra cinco escudos con forma de luna en cuarto creciente y que seis astrónomos certificaran que las perforaciones estuvieran alineadas

DSC_8433bInstante en el que seis astrónomos estudian la alineación de los cinco cuartos crecientes perforados por el proyectil lanzado por Barbicane.

portada from the earth to the moon

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Refugio de Charlie en Gagdsen

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La paradoja de Charlie en Gagdsen (Alabama).

Charlie* pudo construirse un refugio en Gagdsen para conjurar sus dificultades con el equilibrio y poder exponerse al vacío sin problemas.

Semejante habitáculo le hubiera servido para armonizar las sensaciones que percibía en los espacios luminosos, abiertos y expuestos, propios de su actividad profesional en New York, con los efectos del hueco cerrado, seguro y en penumbra que le hubieran proporcionado sus estancias en el refugio de descanso en su pueblo de Alabama.

Charles Clyde Ebbets1

*Charles Clyde Ebbets nació en Gagdsen, un pequeño pueblo de Alabama, en 1905.

Se hizo célebre por sus icónicas fotografías de los obreros de los rascacielos en New York. Las fotos pertenecientes a la serie Vértigo fueron tomadas en 1932, arriesgando su vida a 69 pisos del suelo desde una viga de 16 cm de ancho.

Charly Clyde Ebbets1

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Tormenta en la fábrica de nubes blancas

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Ekaitza hodei zuriko fabrikan – Tormenta en la fábrica de nubes blancas. Porcelana.14 x 16 x 20 cm. (2013)

La primera vez que la vi me llamó la atención aquel pelo rubio alborotado y la mirada aturdida en su cara, se acercaba hacia mi, desgarbada y dando unas zancadas que parecía que iba a despegar. Fue al poco de llegar al pueblo donde ahora vivo.

Recuerdo bien aquel día porque al saludarle con un simple movimiento de mi barbilla, me respondió arremangándose, con briosos y exagerados ademanes, agitando los brazos, las piernas a la vez y sin detenerse siguió rápida su camino. No entendí nada. Me sorprendió más cuando a los pocos segundos, se arrancó un remolino que levantó en un segundo, toda la hojarasca del camino. Me quedé pasmado. Enseguida pregunté a los vecinos y ya me lo aclararon; era una diosa conocida por «tododios» en el valle. Me dijeron que le daban unos «arrebatos del copón» y que era capaz de armar semejantes revuelos que «se sintiera que el cielo se pudiera desplomar sobre las cabezas de las personas, de los animales y de las casas».

Con el tiempo fui sabiendo que llevaba, entre otros, el tema de «FUERZAS DE LA NATURALEZA», me interesó mucho el asunto y con mucha paciencia, a base de vernos por ahí, me he ido ganando cierta confianza. De vez en cuando, sin abusar, le pido que me monte un buen temporal, de viento y nieve, a mi me gustan mucho y ella se desahoga un poco.

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